Constituyen del 2-5% de los leucocitos circulantes en los individuos no alérgicos. Se clasifican como granulocitos debido al núcleo bilobulado y sus abundantes gránulos de una proteína básica, capaz de dañar a numerosos patógenos, particularmente parásitos. También contienen histaminasa y aril-sulfatasa que controlan las reacciones alérgicas e inflamatorias, respectivamente. Son atraídos por productos liberados por las Células T, los mastocitos y los basófilos.
Se asocian con las células epiteliales de la mucosa, donde su proliferación depende de las Células T y con el tejido conectivo donde son T-independientes. Contienen gránulos ricos en mediadores inflamatorios, como la histamina y ante la estimulación también liberan prostaglandinas y leucotrienos. Su función es relacionar la respuesta inmunológica y las reacciones inflamatorias, sobre todo en el caso de la infección por parásitos, pero también participan en las reacciones de hipersensibilidad.
Constituyen menos del 0.5% de todos los leucocitos de la sangre. Median las reacciones inflamatorias y se parecen funcionalmente a los mastocitos, si bien se diferencian estructuralmente por la presencia de una abundante cantidad de gránulos citoplasmáticos de color azul violáceo oscuro.
Constituyen un grupo de células, definido desde el punto de vista estructural, capaz de fagocitar a los antígenos y presentarlos a los linfocitos en una forma en la que ellos los pueden reconocer. Sobre todo se encuentran en la piel, los nódulos linfáticos, el bazo y el timo. Su arquetipo son las células de Langerhan de la piel. Son ricos en antígenos de histocompatibilidad de clase V.
Además de su participación en la coagulación de la sangre, son importantes en la respuesta inmunológica a la inflamación. Después de un daño al endotelio, se adhieren y agregan en su superficie y liberan sustancias, capaces de aumentar la permeabilidad y factores responsables de activar al sistema complemento para atraer leucocitos.