Las lesiones accidentales son la causa más frecuente de dolor agudo y discapacidad temporal, contribuyendo en el origen de los síndromes de dolor crónico. Casi el 90% de los traumatismos producidos por factores mecánicos afectan al sistema muscular o esquelético. La magnitud de la fisiopatología del traumatismo accidental y sus efectos sobre el organismo están relacionados con la extensión y el grado de la lesión, las estructuras afectadas, la edad del paciente, el estado físico y psíquico previo y, por supuesto, la rapidez e idoneidad del tratamiento. Describiremos sólo las lesiones más comunes, como ser luxaciones, fracturas, lesiones de meniscos, rupturas tendinosas, esguinces y contusiones y distensiones musculares.
La luxación articular aparece cuando la fuerza aplicada provoca movimiento que excede al normal de una articulación, con el consiguiente estiramiento o desgarro de los ligamentos o de la cápsula articular. Produce dolor agudo e intenso que puede prolongarse hasta que se reduce la dislocación; si se trata de un desgarro importante, suele durar días o semanas.
Se lesionan especialmente en los deportes que utilizan calzado con clavos, cuando el pie se fija en el suelo y rota la pierna. El paciente nota dolor sordo repentino en la región medial o lateral de la rodilla, que puede hacerse urente al acumularse el líquido articular. A las 24 horas aparece edema. El ángulo de movimiento de la rodilla no sobrepasa los 90 grados, y las maniobras de torsión provocan el mismo dolor inicial. Los fragmentos de menisco que se desplazan pueden reducir aún más la flexión.
La inflamación representa la respuesta del organismo a la lesión de tejidos que puede ser pruducida por traumatismo externo, por presión y por carga y sobrecarga reiterada. El traumatismo se vincula a cierto nivel de hemorragia que además produce tumefacción y aumento de la presión. En la inflamación participan diversos elementos entre los que se encuentran los leucocitos neutrófilos, los mastocitos, la quimiotaxis, la diapedesis y la cascada del ácido araquidónico.
Respuestas reflejas segmentarias y suprasegmentarias
A. Aumento del tono simpático que provoca vasoconstricción en la piel, bazo y órganos no vitales, incremento del gasto cardíaco y la presión sanguínea, disminución del tono gastrointestinal y retención urinaria.
B. Aumento del tono muscular, a veces espasmo.
Respuesta endocrina
A. Catabólica: aumento de ACTH, cortisol, ADH, GH, cAMP, catecolaminas, renina, angiotensina II, aldosterona, glucagón e interleuquina-1.
B. Anabólica: disminución de la insulina y testosterona.
Metabólica
A. Carbohidratos: hiperglucemia.
B. Proteínas: aumento del metabolismo proteico muscular.
C. Grasas: Aumento de lipolisis y oxidación del tejido graso.
Agua y electrolitos:
A. Retención de agua y sodio, y excreción de potasio.
B. Disminución del líquido extracelular.
Respiración
Estimulación suprasegmentaria del centro respiratorio con hiperventilación.
Respuestas diencefálicas y corticales:
A. Ansiedad y miedo que aumentan el tono simpático.
B. Aumento de la viscosidad de la sangre en la corteza.
C. Dolor y sufrimiento, que tienen efectos psicológicos perjudiciales.
Las aferencias nociceptivas que penetran en la médula espinal, inducidas por la lesión, son las responsables de la activación de los reflejos segmentarios y suprasegmentarios.
Las fracturas son las lesiones más graves que afectan al sistema musculoesquelético. El síntoma principal es el dolor severo que provoca la afectación del periostio y los tejidos blandos circundantes, y en menor proporción, el hueso esponjoso. Con frecuencia el dolor se acompaña de espasmo muscular reflejo de la región inervada por el mismo segmento espinal. Además, se pueden lesionar vasos y nervios, lo que provoca dolor adicional. Cuando se produce una hemorragia en espacios cerrados de los miembros, puede aparecer un síndrome compresivo compartimental, con dolor isquémico del músculo, constante y creciente a medida que la isquemia aumenta. En el ámbito deportivo, las fracturas suelen producirse por caídas o impacto con otro jugador. El dolor inicial es profundo y produce con frecuencia una respuesta vagal. Asumiendo que la piel permanece íntegra, los signos típicos son edema, equimosis e hipersensibilidad sobre el lugar de la fractura. Existe deformación en la medida que exista desplazamiento de los extremos fracturados del hueso.
Las contusiones y distensiones musculares originan con frecuencia dolor postraumático y pueden requerir tratamiento analgésico. La primera se produce por lesión violenta y directa sobre el músculo, mientras que en la segunda hay separación parcial o completa de las fibras musculares, por lesión directa o contracción violenta del músculo contra resistencia. Es importante constatar si existe afectación de nervios y vasos. La sintomatología varía desde sensación de tensión hasta dolor severo y espasmo muscular.
El tendón puede romperse con traumatismos intensos, leves o sin ellos, o bien puede desprenderse de su inserción. Cuando no existe traumatismo o éste es leve, la lesión se produce por cambios degenerativos previos debidos a la disminución del riego sanguíneo; las localizaciones más frecuentes en estos casos son el tendón de Aquiles y el del rotador del hombro. Aparece dolor continuo, disfunción y deformación del tendón. El lugar de la ruptura es extremadamente doloroso a la palpación. A las 24 ó 48 horas se hacen evidentes el edema y la equimosis.
El esguince es una lesión traumática de la articulación en la que se distienden o retuercen uno o más ligamentos. Se produce edema y hemorragia en el tejido dañado, formando un hematoma. Si no se trata inmediatamente, se producen dolor, edema e incapacidad funcional proporcionales a la extensión de la lesión. Suelen producirse por un mal paso, una colisión o una caída inapropiada, o bien por cualquier fuerza que exceda la capacidad elástica del ligamento. El dolor es inmediato, inicialmente constante para aumentar posteriormente a medida que lo hacen el edema y la hemorragia. Al cabo de 24 ó 36 horas, el dolor aparece con la actividad y las posiciones que afectan al ligamento dañado. El esguince de tobillo es muy común, sobre todo, en jugadores de basket o de volley.